martes, 17 de julio de 2012

Un prólogo para un comienzo


“Cuida de esta vara, algún día te será útil”
Esas fueron las últimas palabras de mi madre antes de irse de nuestro hogar. De aquella pequeña isla flotante, donde construimos nuestra casa sobre las ruinas de la última ciudad de mi gente: los Woray.
Desde entonces nunca he dejado de llevar aquella vara encima, esperando a que mi madre volviese para enseñarme a usarla como me prometió en mi más tierna infancia.
A lo largo del tiempo me di cuenta que nunca volvería, si no ¿Por qué a tardado diecicseis años sin darme noticia alguna?
Por suerte no estaba sola, bueno, en sentido de personas no hay nadie en esta isla, pero en cuanto a compañeros de fatigas tengo a las bestias. Si habeís leído bien: Bestias.
Desde que nací tengo el extraño poder de hablar con ellas, lo que ha logrado que no me vuelva loca por la soledad.
Yo vivía mi vida en aquella isla, cada día haciendo lo mismo que el anterior, y siempre mirando al horizonte preguntándome qué habría allí,si habrá más gente como yo.
Mi madre me hablaba de ciudades, barcos que volaban, animales exóticos, paisajes por ver. Pero sin olvidarse de lo malo, de la guerra, la codicia, la envidia,…
Yo, por aquel entonces, no sabía nada.
¿Quién me iba a decir que aquella llegada inesperada, de aquellos visitantes tan extraños, acarrearía esto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario